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miércoles, 26 de marzo de 2008

ESTÉTICA

Documentos de recopilación

Estética: (del griego aisthesis = perceptible por los sentidos).
se designa la ciencia del arte y de lo bello. Los primeros en considerar el problema de la estética fueron Platón, Aristóteles y Plotino, en la antigüedad clásica; durante la Edad Media se preocuparon por este aspecto San Agustín y Santo Tomás.
La estética aristotélica está íntimamente ligada con la Psicología y su fuente principal es la Poética, la cual estudia la tragedia y establece la diferencia entre historia y poesía, por cuanto la primera refiere lo que ha sucedido, y la segunda, lo que podría suceder.

La poesía se refiere más a lo universal; la tragedia es la imitación de una acción grave, que provoca temor y compasión y opera una kátharsis o purificación de esas acepciones; a pesar de tratar de situaciones dolorosas, por su carácter artístico, la tragedia se convierte en un placer estético que descarga las emociones y alivia el alma, que queda purificada.

Durante la ilustración alemana, Baumgarten dio a la estética el carácter de ciencia de la belleza, que se cultiva autónoma y sistemáticamente por primera vez; Schiller la apoya con sus escritos y Winckelmann con la publicación de su Historia del arte de la antigüedad.

Kant limitó la experiencia estética a lo subjetivo en su Estética trascendental; distinguió entre lo bello, donde el sentimiento placentero es acompañado por la conciencia de limitación, y lo sublime, que provoca un placer mezclado de horror y admiración, porque lo acompaña la impresión de lo infinito o ilimitado.

Hegel consideró la estética como una manifestación sensible del absoluto.
Para Schopenhauer, lo estético es la idea que libera el dolor cósmico y para Heidegger, el arte se realiza como puesta en obra de la verdad en cuanto presencia manifiesta del ser. Al tratar de hacer una definición general, podemos decir que estética es la ciencia de lo bello, concepto sobre el cual se ha construido la llamada estética filosófica, que se debe distinguir de la simple filosofía del arte. Lo bello entraña estructuras ontológicas y, también, incluye factores racionales. En lo bello se armonizan todos los aspectos del ente.

La estética filosófica aclara, desde el punto de vista del ser, la esencia de lo bello en general (naturaleza) y en particular (arte), problema que tiene un sentido ontológico-metafísico; desde el punto de vista de la naturaleza humana, es la manifestación de un problema antropológico-existencial, pues estudia la esencia de la vivencia estética en un doble sentido: el del creador y el del contemplador. De este análisis se desprenden los problemas del valor y de la valoración estéticos (1).

1/ Diccionario de filosofía. Leonor Martínez. Hugo Martínez. Ed. Panamericana, 1996.
Francisco E. González Acosta en http://encolombia.com/medicina/neumologia/neumologia16304-complejidad.htm


Estética, en el aspecto filosófico, es la disciplina que trata de lo bello (entendido en el sentido amplio que abarca lo artístico, las diferentes categorías estéticas -sublime, gracioso, lindo, ridículo, trágico, etc.-, lo bello natural, moral y cultural) y los diferentes modos de aprehensión y creación de las realidades bellas.
Si se entiende por estético aquello que despierta en el hombre una sensación peculiar de agrado, potenciación expresiva y distensión adherente hacia el entorno, puede definirse la estética como la ciencia de lo estéticamente relevante, a fin de evitar el riesgo de entender lo bello de modo en exceso restringido.
Los términos bello y estético no hacen aquí sino remitir a un campo de realidades que la estética debe cuidadosamente precisar. No constituye, por tanto, un círculo vicioso el uso del calificativo estético en la definición de la estética, pues en principio tal vocablo no se utiliza en un sentido técnico riguroso, sino en cuanto que alude, de modo elemental y primario, a un determinado género de objetos y experiencias.
Este uso general e indeterminado de los términos bello y estético permite desbordar radicalmente la precariedad de las definiciones que restringen con exceso el objeto de la estética, reduciéndola a filosofía del arte, filosofía del sentimiento, teoría del gusto, teoría de la expresión y del lenguaje, ciencia de los objetos que agradan a su sola aprehensión, etc. Estas determinaciones subrayan diversas vertientes de la actividad estética que deben ser ágilmente integradas en una visión de conjunto.

Visto a la luz de su etimología (de aistanomai, sentir) y del uso que se hizo históricamente del mismo, el término estética no intenta sino destacar uno de los momentos constitutivos de la experiencia humana de lo bello, a saber, el papel ineludible, aunque no exclusivo, que juega en ella la intuición sensible. Es muy expresivo que haya predominado el término estética, utilizado por en el precario sentido de cognitio sensitiva o gnoseología inferior, y no la denominación de Kalologia y Hedonica, propuestas, respectivamente, por Hegel y Fechner. Kant vincula el sentido de estética, como análisis de la capacidad intuitiva sensible o ciencia de lo aprehensible de modo puramente intuitivo (cfr. el capítulo sobre Estética trascendental en la Crítica de la Razón pura), con el de la misma en cuanto análisis de lo bello y lo sublime en la Naturaleza y el Arte o ciencia de aquello que, sobre la base de la mera intuición, sin mediación del conocimiento conceptual, agrada o desagrada inmediatamente (cfr. Crítica del juicio). Más tarde, al hilo de la historia se fue destacando el carácter sentimental, contemplativo, intuitivo (en un sentido más amplio y de mayor alcance que la mera intuición sensorial) y rigurosamente creador de la experiencia estética, pero la atenencia de ésta a la intuición sensible permanecerá hasta el día de hoy como una de sus características originarias e inmóviles.

de http://www.mercaba.org/Rialp/E/estetica_filosofia.htm

Estética: Los «valores estéticos» –bello, feo (K. Rosekranz publicó en 1853 una Estética de lo feo), sombrío, fúnebre, elegante, cursi, hermoso, claro, horrendo, sucio, asqueroso, armonioso, destemplado, esbelto, gracioso, fino, grosero, desmañado, sublime, vulgar, guapo, etc.– y los juicios de valor correspondientes están presentes prácticamente en la totalidad de la vida humana, no sólo en los momentos en los que ésta se enfrenta con las que llamamos «obras de Arte», sino también en los momentos en los que ésta se enfrenta con la «prosa de la vida» y con la «Naturaleza».
Es cierto que ni las obras artísticas sustantivas o adjetivas o, en general, las obras culturales y, menos aún, los procesos o estados naturales se agotan en su condición de soportes de sus valores estéticos. Un reloj de porcelana barroco puede ser, además de una obra sustantiva de arte, un instrumento tecnológico y funcional; ni siquiera la obra sustantiva o exenta que parece haber sido concebida únicamente para brillar por sí misma expuesta en el museo o en el teatro (independiente de los efectos que pueda tener luego en la «prosa de la vida») se agota en su condición de soporte de valores estéticos; ella tiene siempre, al margen de las funciones psicológicas sociales, políticas o económicas que potencia, un trasfondo situado «más allá de lo bello y de lo feo».
Incluso cabe afirmar que la «finalidad» de la obra de arte (y por supuesto la finalidad de la «Naturaleza») no puede hacerse consistir en la producción de valores estéticos positivos (o acaso negativos: el feísmo). La Naturaleza o el Arte tienen otras fuentes; los valores estéticos intervienen en la producción, o en el uso y en el producto, más como reglas o cánones que como fines.
Sin embargo, parece indudable que, supuesto que sea ello posible, si desconectamos una «producción cultural» de toda referencia a los valores estéticos ella perdería también su condición de obra de arte sustantivo o poético, y se convertiría en un producto tecnológico o científico estéticamente neutro.
En cualquier caso, el análisis de los valores estéticos en el plano abstracto (respecto de sus referencias naturales o culturales), salvo que determinemos reglas y proporciones objetivas empíricas, encierra el peligro de su vaguedad y de su trivialidad, a la manera de la fórmula tomista: pulchra sunt quae visa placent. Parece preferible el método que comienza el análisis estético por la consideración de las producciones culturales humanas, «las obras de arte sustantivo» (proporciones aúreas, contrapuntos) y pasando, como intermedio, por las producciones culturales animales (panales, nidos, telas de araña, cantos de pájaro, rituales...), continúa por las situaciones o escenarios «naturales» (puestas de sol, grandes cataratas, bosques umbríos, cielo estrellado...) que tengan conexión con los valores estéticos.
La determinación de características generales no triviales de los valores estéticos podrá llevarse a cabo eventualmente con algún mayor rigor a partir de los resultados de los análisis particulares previos. En cualquier caso, el materialismo filosófico distingue también entre la estética filosófica (más vinculada a la filosofía de los valores estéticos) de la filosofía del arte; entre ambas perspectivas media una relación que recuerda a la que se establece entre la Teología natural y la Filosofía de las religiones positivas (se comprende que Hegel, desde el idealismo, postulase la reducción de la estética a la Filosofía del arte).


http://www.filosofia.org/filomat/df649.htm